West Grove, 2017
Septiembre, Martes
En el viejo estado de Pensilvania, al occidente de Filadelfia, se ubicaba el minúsculo pueblo de West Grove, lugar donde la producción de cebada y granos era la principal fuente de ingresos de los pueblerinos. El sitio, rodeado de las boscosas zonas del norte, era un asedio casi paradisiaco, su variedad de flora y fauna hacían renombrar el buen nombre del mismo.
En el sur del poblado, se extendía los campos de maíz, y al oriente la cebada y demás variedad de granos, en el centro, una hermosa capilla se alzaba en medio de casetas y casas del siglo XXVIII (18), y sus calles pavimentadas. Hace unos meses, le daba vida a sus aledañas casitas.
En el sur, antes mencionado, un enorme árbol de roble daba guarida a animales y niños que se aventuraban más allá de lo que sus padres les tenían permitido. El roble en concreto, era un sitio de reunión para un grupo de niños, que se hacían llamar “Los Aventureros del campo”, cuyo jefe era un niño bastante obeso con sus característicos pantalones verdes bordados con un naranja pálido, este líder guiaba al resto en decisiones algo particulares.
Esa tarde, con los otoñales vientos que venían acompañados de un firmamento naranja, el grupo compuesto por el líder, dos gemelos con personalidades que se contrastaban, una niña pelo castaño con pecas que puntuaban su pálida cara y un diminuto chicuelo que sufría de una enfermedad en los huesos, que le impedía crecer con normalidad. Ubicados todos en sus puestos (cuatro troncos que habían sacado de la carpintería del hermano de un famoso loco), el jefe abrió la sesión, parándose en un atril improvisado con otro tronco más grande.
–Colegas– carraspeó el gordinflón, cuyo nombre es Kai O’Connell, –Estamos aquí presentes para una nueva reunión, en esta tarde, discutiremos el problema de nuestra cancha, que se nos ha sido arre... arredata...arre... Bueno como se diga, empezaremos con propuestas, oigo voces.
El gordinflón, hacia alusión a la cancha que se encontraba a las afueras de West Grove, ya que, como se acercaba las vísperas de navidad, los citadinos de enormes ciudades, especialmente de Filadelfia, migraban hacia los pueblos para reencontrarse con familiares y amigos, una de esas familias venían con adolescentes, y ellos se “apoderaron” de la cancha; con la mala suerte de ser la única en el poblado.
–Eh, yo, yo– Exclamaba el chicuelo llamado Ian Chambers, moviendo su delgado y endeble bracito de un lado a otro
–Quien habla– Rastreó el jefe con su mirada
–!Es Ian¡– Anunció Abril, señalando al pequeño por detrás de sus hombros.
–Habla pequeño– Le replicó el gordo a Ian con voz tosca, mientras tanto que el chicuelo se paraba sobre el tronco para llamar la atención, los demás se volvieron hacia él.
–Según mi hermano mayor– Manifestó Ian –El viernes se celebrara el día de la cosecha ¿Verdad?– Todos asintieron. –Y por eso, como ustedes sabrán, se celebrará en el hotel de la madre de Dylan, en el tercer piso, en cualquier habitación, una fiesta para jóvenes; mi plan: Hacer una invitación falsa a los Lakers (Así se hacían llamar los jóvenes que invadieron la única cancha del pueblo), y tener por lo menos un día entero para aprovecharla.
Ante el anuncio, el líder se rascó la barbilla para parecer imponente, mientras los gemelos Miller , Tomas y Tom, permanecían taciturnos en sus troncos. La única chica, quien las muñecas y las casitas le aburrían, y permanecía más alrededor de chicos y jugaba con ellos, objetó.
–Pienso que lo dicho por Ian es demasiado bueno– El pequeño quien se bajaba de su tronco, se enrojeció por un segundo, –Es verdad, nadie mas se digno a dar plan alguno– Expresó el gordinflón.
–Primero que todo– Expresó Tom, apoyado en el tronco con los pies entrelazados, en actitud de escucha, –Debemos que inventarnos el rol que va atener cada uno–, esto lo terminó con un aire de valentía, porque el simple hecho de decir “rol” como su padre, un importante bachiller que ahora trabajaba en un complejo de oficinas de Filadelfia, lo decía recurrentemente.
–Pienso igual que Tom–, Informó su hermano, Tomas –Creo y deberíamos apoyar esta propuesta, junto también con la de Ian–.
Terminado el discurso a favor de la iniciativa, el lugar se empapó de súbita calma, los pocos arboles que allí y por doquier se encontraban, danzaban al vaivén del aire, cargado de basura y restos de ciudad, aunque también contenían frutos y aromas embriagantes que apenas eran perceptibles.
Viendo el grupito que ya tenían un plan concreto, la sesión culminó con unas breves palabras del líder, y, después de la manifestación, se encaminaron en fila india por un estrecho que se encontraba justo alrededor de ellos.
El lugar no solo era lugar de encuentros y reuniones, sino asimismo, habían creado con tablas y residuos de plástico de la “Central de Recolección y Transformación, West Reciclate”, un enorme refugio que se hallaba decorada con pintura y sofás y colchones algo viejos, a pesar de eso, escogieron los que permanecían en mejor estado, por lo tanto, aunque no pareciera el lugar más lindo o, tan solo, agradable a la vista, para los pequeños era sin duda, magnifico.
–Oye Ian– Interrogo Tom.
–Dime– Le replica Ian a su vez
–En el hotel, me han dicho, se encuentra una habitación maldita ¿Es verdad eso?– Ian enmudeció, no sabia que decirle, y el gordinflón, el cual se encontraba en la cabeza del grupo, protestó gritando.
–Eso son mentiras, alguna vez has visto algo raro cuando visitas a tu tía al hotel.
–En verdad no– Esbozó Tom, a lo que su hermano le dio un codazo, pero el no protestó.
–Es obvio que no, he escuchado mil veces ese maldito cuento de bocas de ignorantes– Añadió Abril volviéndose hacia Tom –Además, ya pareces el loco ese... Myers el hermano del carpintero– Agregó al final.
–Oh no me compares con ese, no le he puesto ningún nombre a mis juguetes o al auto de mi padre– Replico Ian.
–Tranqui, es mentira, solo... No creas todo lo que dicen– Respondió Abril acariciándole la mejilla, en realidad, no quería ni pensaba herirlo.
¡AHHHH!
Un grito agudo alertó al grupo, se volvieron hacia atrás, y allí tendido en el piso, en medio de los campos de trigo y postrado en el piso de tierra y maleza, Ian gritaba tapándose con las dos manos su rodilla.
–Oh mier... Ian ya voy– Articulo Tomas corriendo hacia el. Los demás, permanecieron atentos sin poder moverse del tremendo susto, Tomas se agachó y con sus delgados pero brazos largos lo alzo poco a poco, jadeando cuando hacia fuerza.
–¿Qué paso Ian?– Preguntó Abril corriendo hacia los brazos de Tomas.
–Nada solo un raspón– Replico Ian, alzo su pie y Abril tuvo ganas de gritar pero se contuvo –¿Que pasa? ¿Tengo un raspón grande?– Pregunto alarmado –Bastante, no podrás caminar por lo que veo, Sparky te ayudara– Abril ayudo a alzar a Ian sobre la espalda de Sparky, se quedo pensativa por unos momentos y luego se volvió hacia los demás – Tenemos que conducir hacia la farmacia –Oh no eso no, mi madre me mataría si se enterase que me caí– Interrumpió Ian –NO, al chico raro, el hijo del Señor Brown, el sabe un poco de primeros auxilios, lo he visto en el grupo de bomberos a las afueras de la autopista– Proclamo Abril –¡Vamos allá!– Grito el gordinflón.
La fila india se deshizo, puesto que ya habían pasado el basto campo, el líder, hizo parar al grupo, e ideo un plan. Los gemelos llevarían a Ian a la casa del árbol del gordinflón, Abril y el convencerían al chico raro y lo llevarían a la casa del árbol y terminaría la angustia de Ian. Terminado de proclamar, el grupo se encamino a sus respectivos lugares.
Los gemelos, se turnaron a Ian, porque así pues pequeño, era lo suficientemente robusto para hacer a pesar de la espalda de los hermanos.
—Donde estoy—. Jadeaba el pequeño.
—Cerca a la casa del árbol— Replicaban los dos al unísono. Para buena suerte de ellos, la casa del árbol se encontraba bastante alejada del pueblo, lo suficiente para que nadie se diese cuenta de la herida del pequeño.
Y doble suerte puesto que la madre de Abril, la Señora Phelps, no se encontraba en la casa. Entraron pues por una rendija para perros, lo que asustó a los hermanos, pero luego se acordaron de que su perro habría muerto en extrañas circunstancias. Bajaron a Ian, él se apoyó al costado del árbol y del otro, Tinky apoyaba la pierna herida agachado, acostándola con sus dos manos, Sparky, subió por la cuerda que bajaba de la entrada, luego de asegurarse de que estaba firmemente aferrada, dio aviso de inmediato a su hermano. El mando a Ian, que aun cojeaba, que se subiese por su espalda y que se agarrase por la cuerda e intentara subir, Ian ascendiendo mareado y subió por la espalda de Tinky, agarro la cuerda y con sus dos manos y su pierna sana, Ascendió lenta pero firmemente, y al llegar a la cima, Sparky le ayudó. Luego, Tinky subió, y recostaron a Ian en un sofá algo viejo, y lo dejaron descansar mientras guardaban la llegada de Abril y el gordinflón.
Abril y el gordo, llegaron a la farmacia que se encontraba justo al frente de la iglesia, el lugar estaba algo lleno, vieron caras algo conocidas, en especial a la de la familia Myers, quienes lloraban y se lamentaban, al ver más de cerca. , el televisor puesto arriba, daba una noticia alarmante, el señor Brown subió el volumen con su control, la noticia decía:
“A estas horas se ha encontrado a las afueras de la granja Myers, el cuerpo mut*l*a*o, de uno de sus integrantes, el famoso “Loco Myers”, las autoridades están investigando este macabro hecho, en unos momentos el El jefe de policía se pronunciará Sandra McOrtney para la BBC.
Abril miró aterrada al gordo, y él le devolvió la mirada con ojos desorbitados, decidió buscar con prontitud al chico raro, y viendo que el señor Brown estaba absorto en el tv, le preguntaron a la señora Brown de la ubicación del chico raro.
–Aguarda un momento– Bostezó la señora, caminando hacia los adentros de la farmacia. A no menos de 2 minutos, un chico con un flequillo que le tapaba el ojo derecho avanzaba hacia ellos.
—¿Qué quieren?— Interrogó.
—Déjamelo a mi— Exclamó el gordo susurrando a Abril, él avanzó hacia el chico y lo apartó de Abril , y empezó a hablarle en voz baja.
Abril se tranquilizó, pues sabía mas que nadie que el gordinflón, que parecía un niño ingenuo, era un experto manipulador, puesto que su padre tenía la fama de ser un timador, a consecuencia de ello, lo arrestaron, y se quedó con su madre. , quien era una perr* alcohólica, dedicada al libertinaje yva los vicios mundanos del ser humano.
Abril posó sus ojos nuevamente en el tv, las noticias e imágenes de la escena del crimen atraparon a la inocente conciencia de la niña de tan solo 8 años, apretó sus labios con sus dientes y sintió un leve aunque frío escalofrío, estaba absorta como la familia Myers y el Señor Brown, y pensaron en la euforia que se había cernido en el pequeño pueblo, de repente sintió una presencia detrás de ella, se volvió con los ojos cerrados, lentamente.
—¿Que te pasa, Abrí?— Exclamó el gordo, haciendo salir del trance a Abril.
—Nada... Em... El chico que te dijo— Replicó tartamudeando.
—Le dije que nos ayudara a vendar la herida de Ian, en cambio, nosotros le ofreceremos nuestra amistad— Pronunció el gordo alardeando con sus pies.
—¡Gracias! Ahora esperemos hasta que salga y podamos ayudar al pobre de Ian— El gordinflón replicó mientras estaba avanzando.
Al cabo de 3 minutos, el chico salió con una bolsa negra, y llamó pispiando al par de amigos, salieron casi que volando, Abril a la cabeza, para conducir al chico raro, al llegar, jadearon un poco, aunque Abril los alentó, subieron por la cuerda estupefactos y se recostaron en las frías tablas.
—Al fin, gracias a Dios— Gritó con alegría Sparky, el chico raro se incorporó, saludo a los gemelos ya Ian con timidez, luego vendo la herida con uno que otro quejido del chicuelo, Ian le agradeció y retomo su siesta aliviado. La noche llegó más rápido de lo esperado, Abril bajó por la cuerda, y llamó por un teléfono a los padres de Ian, diciéndoles que él se quedaría en un pijama, por suerte, aceptaron la propuesta.
Los gemelos se fueron a su casa despidiéndose de los demás, a lo que el chico raro; se encaminó junto a ellos a su casa, el gordinflón ni se inmuto y se quedó a dormir, la verdad no le importaba llegar a su casa, al fin y al cabo, no había nadie que lo esperaba.
Abril le prestó una pijama de su hermano mayor que estaba en la universidad, y ella se acostó al lado de Ian, por si algo le pasaba; el gordo se recostó en otro sofá, cansado por lo vivido ese día. Se despidió de Abril y ella le correspondió, y entre el espeso frío cerró los ojos de cansancio, viendo como una pequeña niebla se hacia paso hacia ellos.
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